Esta pieza trata la importancia de la percepción de nuestro entorno, las posibles maneras de interpretarlo y el cómo producimos de forma individual la realidad. La creación de esta pieza se detona estando inmersa en el paisaje agreste y desolado del Altiplano, sitio donde las cuestiones climáticas afectan mi apreciación; en tanto me desplazo, espacialidad y tiempo se ondulan y ensanchan en un plano que expande los sentidos, magnificando la experiencia táctil y visual que genera esta vasta región. Imagino un planeta en el que la particularidad se vuelve generalidad; así, con una perspectiva planetaria y de alcance futurista recreo una parte de este paisaje desértico en versión post apocalíptica; ¿Cómo puede prevalecer “vida” en un territorio así?, más aún, ¿cómo puede un territorio generarla si no examinamos nuestra perniciosa incidencia sobre él? En un sentido fenomenológico esta pieza de carácter inmersivo y realizada “in situ” ex profeso para la sala del MAC, convoca a repensar nuestra relación con el entorno asumiéndonos como parte de su complejidad y entendiendo nuestra capacidad de crear espejismos en detracción del equilibrio climático.

Con materiales recuperados y reutilizados, algunos provenientes de la región, se reformula el entorno e interviene el espacio museal, es un sitio arqueológico en estado de resistencia. A medida que el visitante transita la pieza se percata de la agresión que el territorio sufre y toma conciencia de su propio cuerpo, movimiento y acciones mediante las formas que proyecta en la superficie de cristal, entendiendo la pieza no sólo como elemento de contemplación sino como un ente vivo, recorrido, transformado y reconstruido a partir de nuestra relación con él; TERRITORIO es también una invitación a renegociar las percepciones de la realidad y la representación.