CIMIENTOS

“Con poco viento cae en el suelo la torre sin cimientos.”
Refrán popular.

<<La ironía es una constante en la obra de Juan Gorupo, en
ocasiones es tan sutil como un gesto modelado en el rostro, otras
veces resulta tan evidente como la misma concepción de la pieza.

Cimientos no es la excepción, la contradicción está implícita,
aunque en conjunto funciona a pesar de sus partes disimiles. Por
un lado, la masividad refiere a la estabilidad que proporciona una
estructura (ósea, por ejemplo), y por el otro, la solidez descansa
sobre un elemento acuoso, inestable y escurridizo.

Un rostro pueril emerge del agua, aunque es inmenso, las formas
sugieren que flota en la superficie. Su cabellera despeinada
acentúa su liviandad y nos da la ilusión de movilidad. La parte que
se asoma nos hace pensar en el resto del cuerpo que permanece
debajo, una niña, corta de edad, pero al mismo tiempo colosal.
Imaginamos sus brazos y piernas en constante movimiento para
mantenerse a flote, de pronto la sala en la que se emplaza la
escultura adquiere profundidad, y se apropia de todo el recinto
hasta de sus cimientos.>>

María Guadalupe Escobedo Guerrero

Esta obra habla de una etapa en mi vida en la que me doy cuenta
que la edad y la madurez vencieron mi resistencia y mi renuencia a
aceptarlas. De pronto la idea de reconocerme y redimirme en otra
persona empieza a ser más importante.

La apetencia por formar una familia está representada por el rostro
de una niña que emerge de su propio reflejo, está mojada y
necesita de cobijo y protección, está sostenida por sus dientes
porque para mí eso ejemplifica perfectamente la estabilidad; el
poseer una estructura que te mantenga firme y en pie, esa
estructura es el cráneo de la niña, y se sostiene de la parte más
rígida y firme y estable, sus dientes, esos dientes son sus cimientos
con los que se aferra a la vida, porque, ¿qué sentido tendría la vida,
si no nos aferramos hasta con los dientes por aquello que
queremos?